miércoles, 15 de febrero de 2017

EL ENFOQUE TERRITORIAL DEL DESARROLLO RURAL

Desde el año 2012, cuando se cerró el texto del punto uno del acuerdo con las Farc, y teniendo en cuenta que el numeral 1.2.3. obliga a formular los planes de acción para la transformación regional (PDET), el enfoque territorial para el desarrollo rural ha tomado fuerza en los escenarios académicos e institucionales, sobre la base de que este enfoque es relativamente nuevo en la literatura sobre desarrollo rural, por cuanto la conceptualización, si bien es cierto se fundamenta en viejos principios, su importancia corresponde al presente siglo.

Dice el acuerdo con las Farc, que el enfoque debe tener en cuenta las características socio-históricas, culturales, ambientales y productivas de los territorios y sus habitantes, así como sus necesidades diferenciadas en razón de su pertenencia a grupos en condiciones de vulnerabilidad y la vocación de los suelos, para lo cual se debe elaborar un diagnóstico con la participación de las comunidades en el que se consideren bajo el enfoque territorial las transformaciones que posibiliten los cambios estructurales en las condiciones de vida de las comunidades rurales.

Como retórica, nadie se opone a este discurso y probablemente responde de manera pertinente a las aspiraciones de las comunidades rurales. Pero como ejercicio práctico institucional y participativo, genera varios interrogantes cuyas respuestas tardan varios años en resolver, siempre que se comience ya con su implementación.

En enfoque tradicional había sido el de considerar la actividad agropecuaria como el eje del desarrollo rural y medianamente el Programa DRI había contemplado conjugar otros aspectos relacionados con el desarrollo integral. Pero no se consolidó una estructura capaz de relevar el sentido humano y el conjunto ambiental del complejo rural de manera que la estrategia de desarrollo se fundamente en el marco del ordenamiento territorial combinando todos los elementos que integran el complejo territorial. Hoy para efecto del cumplimiento de los acuerdos, casi hay que comenzar de cero, con el peligro de que se imponga desde el centralismo bogotano el enfoque neoliberal y se reduzca la estrategia a los rigores cuantitativos de los indicadores que cuadriculan los aspectos cualitativos del desarrollo humano.

Los actores e instituciones locales deben estar alerta y tomar la iniciativa para salir adelante y propiciar el direccionamiento estratégico de manera consecuente con los verdaderos requerimientos de las zonas rurales, cuyas características son particulares en cada lugar, por lo cual no puede haber modelos estándar para abordar en el enfoque territorial del desarrollo rural.


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