martes, 13 de octubre de 2015

VERDADERO LUGAR DE LA GESTIÓN

Dentro de la serie de estudios que el DNP realizaba para determinar cómo iba la descentralización administrativa en Colombia, en 1997 realizó una encuesta a través de una firma especializada que hizo su labor entrevistando a más de 900 alcaldes. Una de las preguntas se refería a saber la idea sobre gestión que tenía estos gobernantes. Más 700 de ellos respondieron con diferentes palabras, que gestión es viajar a Bogotá a tramitar papeles.

Dados esos resultados, el alto gobierno puso el grito en el cielo y la expresión de Emperatriz Velandia, la coordinadora general de la Consejería Presidencia de la Política Social, fue que “si eso piensan sobre la gestión los responsables de la descentralización, este proceso está muy mal.” Acto seguido, tanto la Presidencia, como el DNP y la ESAP, comenzaron una tarea pedagógica para capacitar a las administraciones territoriales sobre los temas de la gestión, incluyendo el desarrollo de un concepto concreto sobre la gestión de lo público que hasta esa época era aún confuso y revuelto con la gestión de lo privado.

Después de varios eventos de corte académico, finalmente se concluyó en términos generales, que: “gestión es aplicar los principios de planificación, ejecución y control en las operaciones de los organismos estatales para dar cumplimiento de las funciones que la ley le asigna y con ello propiciar los fines esenciales del Estado”, lo cual se puede complementar con el hecho de que en el marco de la Democracia Participativa, esos proceso de gestión se deben realizar conjuntamente y con responsabilidad compartida, entre las entidades del Estado y las organizaciones de la sociedad, a través de lo que la teoría administrativa le ha denominado la “cogestión”.


Vistas así las cosas, la gestión pública no se hace en Bogotá sino en el seno de las comunidades, codo a codo con las organizaciones sociales; pues los tres procesos de gestión son de responsabilidad compartida, razón por la cual los futuros alcaldes deben comprometerse a salir del despacho y sentarse en la misma mesa con los actores sociales a construir concertadamente el desarrollo endógeno que requieren las localidades. Probablemente, antes de 1991 era procedente considerar los viajes a Bogotá como mecanismo de gobierno dentro de una enfoque pordioserista de la gestión municipal con procedimientos exógenos; pero hoy la realidad institucional y la legislación vigente le bajan el alcance a ese mecanismo. Hoy se requiere un alcalde que muestre su liderazgo y capacidad rectora de los procesos sociales utilizando las herramientas que las normas sobre gerencia pública le han entregado, para que a partir de la dotación de recursos humanos, ambientales, físicos, materiales y monetarios que existen en el municipio, imprima el ritmo de construcción del futuro mediante el aprovechamiento adecuado del verdadero lugar de la gestión.  

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