No conozco a Juan
Felipe Vallejo ni sé quién es, pero por
su foto en el periódico veo que es un hombre “muy joven pero con fina pluma”,
como me dijo Gerardo Fernández en 1976 cuando me invitó a escribir en El Liberal
después de leer un par de artículos que escribí en Tribuna Libre el periódico
de Miguel Ángel López. Vallejo publicó una columna en este diario hace algunos
días haciendo referencia los hijos de Omar Henry, como se les decía en ese
mismo año a los protagonistas del episodio comentado en la nota periodística,
en la que con otras palabras, reitera que al Estado a nivel territorial, se le
sigue atropellando, tal como lo hicieran Víctor
Mosquera y Mario S. desde que el régimen político colombiano por la vía
constitucional se redujo a la repartija de cargos burocráticos, situación que
fue combatida al comienzo por Aníbal Prado y luego por Omar Henry Velasco.
Del artículo de
Vallejo deduzco que yo no era el único que pensaba que el senador Velasco
podría ser el personaje idóneo para liderar la recuperación del Partico Liberal
rescatándolo el rumbo impuesto por la Casa Gaviria y metiéndolo en la senda que
establecen sus estatutos y su plataforma ideológica del 2001. E igualmente veo
que tampoco soy el único que considera una desfachatez el intento de imponer a
su hermana como candidata a la alcaldía de Popayán. Parece que el nepotismo es
como un chikunguña metido en el capitolio nacional que pica a casi todos los
congresistas y ahora contagió a Velasco.
Competir por el cargo
de alcalde contra la hermana del senador
es pelea de toche con guayaba madura, por lo cual es un golpe bajo para los
otros candidatos. Cuenta con el aval automático, se beneficia de la mermelada y
por supuesto, arrastra a toda la clientela y lagartería que siempre rodean a
los congresistas, sin considerar si tiene o no las competencias y atributos que
la alcaldía de esta ciudad requiere en la actual coyuntura histórica. Además,
independientemente de las calidades de la hermana, lo que fastidia y muestra el
bajo nivel de la ética política y la moral pública, es el aprovechamiento de su
posición para catapultar a su propia hermana violando el principio de igualdad
que exige la democracia.
Pero
el joven Vallejo es osado. Le dice “…vamos a desafiar al todopoderoso senador,
vamos a demostrarle que estamos hastiados de esa forma de hacer política, vamos
a derrotar estruendosamente la candidatura amañada de su hermana…”. Tal vez
está interpretando un sentimiento generalizado que hoy se extiende en Popayán porque
ya no soporta el trato que los político tradicionales le han dado por más de
medio siglo y que reconoce la necesidad de que al municipio llegue un gerente
público que cumplan todas las leyes vigentes sobre gestión pública y modernización
del Estado, de modo que parece que no va a ser tan fácil que a la alcaldía
llegue la hermana del senador.
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