Ha hecho carrera la
afirmación de que la lamentable situación que vive el territorio caucano, que
con frecuencia comentan los columnistas de El Nuevo Liberal, es por culpa del
gobierno nacional con sede en Bogotá. Pero examinando cifras y situaciones
históricas de la región y sus relaciones con el nivel central, podemos también
afirmar que dicha frase tiene un porcentaje de veracidad y otro de falsedad.
Probablemente para el siglo pasado sea cierta pero es falsa para el presente
siglo.
Es cierto que el
modelo de industrialización por sustitución de importaciones que Colombia
adoptó a mediados del siglo XX por imposición de la CEPAL propició el
privilegio de cuatro polos industriales donde se concentró la política del
gobierno nacional y desde este punto de vista, el resto como Cauca, quedaron
rezagadas frente a las bondades de la acción gubernamental, aunque mirando las
cifras de gasto público percápita durante un período de largo plazo, se observa
que Cauca no ha estado de último. Pero este modelo se agotó en los años
ochenta, decenio de la transición del sistema capitalista mundial, y ya en el
presente siglo las condiciones para el desarrollo regional y territorial han
sido otras. Igualmente, la teoría de esa época destacaba los factores exógenos
del desarrollo y relievaba la inversión extranjera como mecanismo idóneo para
lograr objetivos de progreso.
Pero después de los
cambios introducidos en los años noventa, con nueva constitución abordo y nuevo
paradigma sobre el desarrollo donde se destacan los factores endógenos, para el
siglo XXI la frase de marras es falsa. Los diversos estudios realizados en este
territorio, inclusive los hechos por universidades foráneas, muestran la gran dotación de
capital natural, capital físico y capital material que existe y que constituyen
una paradoja frente a los indicadores económicos y los niveles sociales que hoy
existen, por lo cual obligatoriamente hay que examinar otros aspectos de la
vida regional que se han convertido en cuellos de botella para el progreso
económico y el mejoramiento de la calidad de vida.
Siendo el Estado a nivel territorial el gran
responsable de la conducción de los procesos económicos ambientales y sociales,
vemos que su manejo o administración se ha hecho de manera atolondrada. Los
procedimientos para escoger y designar los funcionarios, las prioridades en la
asignación de recursos, los métodos de planificación, las competencias de los
servidores públicos y demás aspectos en la complejidad de la gestión pública,
sin hablar de las características de la dirigencia empresarial y de la
debilidad de la sociedad civil, son todos factores que en este siglo tienen
mayor peso que el gobierno central en los procesos de desarrollo regional, por
lo que hoy hay que parodiar a Jaime Lopera y Marta Bernal afirmando que en
Popayán la culpa es de la vaca.
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