martes, 6 de mayo de 2014

LO QUE SE HEREDA NO SE ROBA

Parece que las peleas internas de la oligarquía, la ineptitud, el entreguismo y la corrupción, no son de ahora, sino que hacen parte integral de la historia colombiana. Ya desde los primeros años del siglo diecinueve, recién liberados del yugo español, los dirigentes de la época desplegaron una actividad pública que impidió la sana y rozagante infancia a la nación que hoy, en su edad adulta, padece de graves enfermedades que la tienen a punto de reventar. Recordemos, no más, el caso de Francisco Antonio Zea, enviado a Inglaterra en 1820 a tramitar préstamos para el gobierno, de quien dijo Simón Bolívar en una carta que cita el historiador Tirado Mejía que “el señor Zea es la mayor calamidad de Colombia” porque según la misma carta, dicho señor había robado recursos que le habían prestado al país.

Las élites de poder que protagonizaron la lucha de independencia, en su mayoría eran descendientes de españoles que vinieron a América con fines de enriquecimiento, cuyos antecedentes no eran los más éticos ni morales; pues muchos de ellos habían sido delincuentes y personas de reprochable conducta, o sea que muchos dirigentes criollos habían heredado sus malos hábitos.

Todavía no se cumplía la primera década de independencia y ya las élites divididas trataron de matar al presidente, quien tuvo de escapar por una ventana. Apenas terminaba el primer quinquenio de independencia y ya se había firmado un tratado con Inglaterra entregando los mares colombianos a la navegación del país, en ese entonces, más poderoso del mundo. El pago de deuda a los ingleses con tierras y minas fue común en el medio siglo. Los historiadores llaman la “revolución del medio siglo” a la pelea interna de oligarquía que se llevó a cabo por los años cincuenta. Por los años sesentas dos terceras partes del presupuesto nacional se destinaba al pago de la deuda, muchas de ellas leoninas que habían suscrito los delegados enviados a Londres desde los años veinte. En los años sesenta la pugna condujo a la Constitución de Rionegro que luego en los años ochenta una nueva pugna la cambión a gusto de los ingleses. Al final del siglo la guerra de los mil días y en este siglo, el llamado de la violencia liberal-conservadora para terminar en la coyuntura que hoy estamos viviendo donde además de la pelea de la oligarquía, también hay guerra con grupos por fuera de las élites.

Por supuesto, durante toda la historia, también se reiteran las decisiones de entrega de los recursos naturales a los países extranjeros, los mercados a las empresas de otros países en contra de la producción nacional y el endeudamiento pagando intereses onerosos a los prestamistas extranjeros. Entonces lo que hoy están haciendo los bisnietos, nietos e hijos de los mismos que desde 1810 han hecho parte de las élites que manejan el Estado colombiano, no lo han inventado estos sino que lo han heredado de sus antepasados por lo cual no los debemos juzgar ni descalificar porque los que se hereda no se roba.

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