Cuando
en 2011 apareció el PND Prosperidad Para Todos y en el papel se leyó que el
modelo utilizado tenía tres pilares donde estaba la política económica, la
política social y la política de paz y en la primera se relevaba la importancia
del aparato productivo de la economía, nos entusiasmamos. Por fin, dijimos,
después de ocho años de privilegiar el sector financiero y beneficiar a los
especuladores del dinero, que ahora les llaman inversionistas, el gobierno ha
entrado en razón y serán los sectores primarios y secundarios, o sea donde se crean
el valor, los que tendrán el trato preferencial en las políticas
macroeconómicas, es decir en las políticas fiscal, monetaria y cambiaria.
Pero
ahora escuchando las palabras del ministro Juan Camilo Restrepo y viendo las
cifras expuestas esta semana por el presidente de la Andi, nos llevamos la más
ingrata sorpresa por los resultados obtenidos. Dijo Villegas que durante 2012,
la industria apenas creció el 0,7 % respecto al año anterior, lo que constituye
un irrisorio incremento, si se tienen en cuenta el papel de este sector para la
solidez de la economía y en los fenómenos sociales donde el empleo de la mano
de obra es fundamental.
Las
razones son sencillas: si no existe armonía y coherencia entre la política de
desarrollo y las políticas macroeconómicas, haciendo que estas concuerden con
los propósitos globales del plan, no es posible que se logren los resultados
esperados. La política monetaria, que está en manos del Banco de la República y
este a su vez que vive arrodillado a los intereses del capitalismo financiero
internacional, no es consecuente con los requerimientos del sector industrial;
eso de la inflación objetivo a los únicos que beneficia es a los capitalistas
rentistas. La política cambiaria que se escapa de las manos del Estado porque
la rige el mercado, ha sido fatal para el aparato productivo por la revaluación
de la moneda nacional que secularmente se viene presentando a pesar de la
aplicación de las timoratas medidas disponibles. ¿Cuándo se había visto que el
Estado no puede colocar el precio al dólar porque las fuerzas de poder
internacional se lo impiden? Y todo con el agravante de la elevada propensión
marginal al consumo de importados que impera en nuestra idiosincrasia y que
impacta gravemente la balanza comercial del país. La política fiscal, que
depende de que en el Congreso aprueben las propuestas, tiene seria limitación
por presiones de los organismos multilaterales y la protección de los intereses
del capitalismo rentista. Surgen entonces discrepancias entre ministros del
mismo gobierno, lo cual no nos sorprende
porque la Nación siempre ha sido desarticulada; y el DNP quien debiera
coordinar, desde hace medio siglo que se dedica a introducir en el país los
paradigmas y modelos creados para defender los intereses de los ricos de Estado
Unidos. Saquen ustedes las conclusiones
sobre nuestra realidad y el futuro próximo.
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