martes, 17 de noviembre de 2020

LOS ALCANCES DEL VIRTUALISMO

Es de lógica suponer que los más beneficiados con el caso de la pandemia han sido los granes fondos de inversión en negocios tecnológicos como Black Rock, Vanguard, State Street y Fidelity, que juntos manejan un patrimonio por encima de los 17 mil billones de dólares y que controlan las operaciones de internet como las redes sociales y las plataformas con las que hoy se están realizando las interacciones humanas para casi todos los asuntos que así lo permiten, como los trámites de las empresas tanto públicas como privadas y la prestación de un sinnúmero de servicios tanto institucionales como personales, que por supuesto, han valorizado tanto los ingresos de esas empresas y como las acciones del capital, debido al gran incremento de la demanda y uso de los activos tecnológicos por parte de toda la humanidad en todo el mundo. Esos son los verdaderos ricos. 

Pero también es procedente examinar el beneficio recibido por el resto de la humanidad a raíz del uso obligado de los métodos virtuales en una gran cantidad de actividades cotidianas y acciones necesarias para la vida comunal, que por motivo del distanciamiento ha sido necesario introducir en el funcionamiento socioeconómico, porque, así como ha traído algunas comodidades en razón a las actividades desde la misma residencia, también ha originado limitaciones para varias necesidades que por su carácter es obligatorio el contacto físico. 

Es indiscutible que la calidad en varios de los servicios que hoy se prestan en modalidad virtual se ha disminuido, como el servicio educativo y el de atención en salud; además de otros servicios institucionales. Se reconoce el esfuerzo de las empresas prestadoras por mantener la operación, pero no se pueden evadir de las diferencias surgidas por el cambio de modalidad. El país, y creo que el mundo, no estaban preparados para la virtualidad. Existía la modalidad virtual en educación superior desde tiempo atrás; pero en muchos de los campos de la vida ni siquiera era imaginable, como es el caso de las ferias de recreación y cultura. 

Están proliferando los eventos académicos e institucionales de difusión, capacitación, debate y conocimientos, con la ventaja de que los expositores lo hacen desde su residencia, sin viajes ni viáticos, pero con los inconvenientes del contacto y las condiciones ambientales de estar sentados durante mucho tiempo frente a una pantalla de computador y atentos a los mensaje de audio que se transmiten. 

En el balance se observan aspectos positivos de la carga de interacciones por las plataformas de internet, pero hasta ahora, que no se ha superado la fase de aprendizaje para unos y otros, también tiene mucho peso el deterioro de la calidad de la interrelación humana debido a la falta de costumbre y de experticia en el manejo de la tecnología, sin tener en cuenta los temas donde no es posible usar el medio virtual para la satisfacción de necesidades humanas debido a que los satisfactores solo son posibles mediante el contacto físico, como los  relacionados con la recreación y el esparcimiento tanto activa como pasiva.


No sabemos ahora si debemos acostumbrarnos a la vida dentro de un reducido campo de acción permitido por la modalidad virtual, o si debemos esperar hasta que se supere la pandemia y, aunque todo no volverá a la normalidad anterior, volver a tener condiciones que permitan ir más allá de los alcances del virtualismo.

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