En las esferas académicas es común la queja por los
patrones mentales que rigen la conducta humana en el marco del accionar político,
que por las épocas de elecciones se alborota y casi que la cultura política se
concentra en esto: simplemente en tomar posición frente a los candidatos; pero
por lo general, sin considerar las propuestas programáticas ni las fuerzas
sociales que representa el actor, sino los puros aspectos formales y estéticos,
las más de las veces construidos por los medios de comunicación social. Muy
pocos se detienen a meditar sobre el contenido de las ideas del candidato y sobre
los intereses que representa.
Pero en ese trasegar de opinión entre colombianos,
esta vez que se realizan elecciones para el nivel nacional, el fenómeno ya se está
volviendo preocupante. Ahora sí es cierto que las ideas y propuestas han pasado
al último lugar y el debate se está concentrando en los ataques virulentos de
unos contra otros utilizando argumento de todo tipo, menos políticos. De su
pasado, de su riqueza, de sus amigos, de su familia y lo peor, con una carga
cuantiosa de injurias, calumnias, mentiras y distorsión de la verdad, de todos
los lados.
El régimen político es el puente entre la sociedad y
el Estado, este último que, si bien surge del seno social, se erige por encima
de ella para regir los procesos del conglomerado humano hacia el mejoramiento
de las condiciones de vida, en lo que se le ha dado a llamar los fines sociales
del Estado. Por ello los procesos que se realizan dentro del régimen, a los que
se le denomina el sistema político, deberían darse cumpliendo los más elevados
cánones de la ética pública. Pero eso no está ocurriendo.
En esta campaña, más que en todas las ocurridas en el
medio siglo anterior, se está presentando una muy clara separación de linderos
entre la izquierda y la derecha, pero no sobre la base de la población objetivo
de las propuestas como fuera la iniciación de los términos por allá en la
Revolución Francesa, sino sustentada en las fuerzas de poder que representan
los candidatos. Se le llama de derecha a todo lo que esté en concordancia con
las fuerzas de la oligarquía tradicional que durante dos siglos ha manejado el
Estado colombiano y que esté en contra del proceso de paz y se le llama de
izquierda a los que están por fuera de las elites tradicionales y a favor del
acuerdo con la insurgencia, independientemente del contenido de las políticas
públicas que proponen y los beneficiarios de las mismas.
Es por lo tanto lamentable, que en un momento
histórico en que el país está a punto de tocar fondo por la corrupción y la
gente está exasperada por la situación socioeconómica, por lo tanto, propicio
para dar el gran cambio hacia fines de mayor dignidad humana, cambio este que
solo requiere modificar la forma como se está manejando el Estado, las
actividades en este importante campo de la vida social hayan caído en tan bajo
nivel ético de la campaña electoral
No hay comentarios:
Publicar un comentario