miércoles, 14 de febrero de 2018

NIVEL ÉTICO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL


En las esferas académicas es común la queja por los patrones mentales que rigen la conducta humana en el marco del accionar político, que por las épocas de elecciones se alborota y casi que la cultura política se concentra en esto: simplemente en tomar posición frente a los candidatos; pero por lo general, sin considerar las propuestas programáticas ni las fuerzas sociales que representa el actor, sino los puros aspectos formales y estéticos, las más de las veces construidos por los medios de comunicación social. Muy pocos se detienen a meditar sobre el contenido de las ideas del candidato y sobre los intereses que representa.

Pero en ese trasegar de opinión entre colombianos, esta vez que se realizan elecciones para el nivel nacional, el fenómeno ya se está volviendo preocupante. Ahora sí es cierto que las ideas y propuestas han pasado al último lugar y el debate se está concentrando en los ataques virulentos de unos contra otros utilizando argumento de todo tipo, menos políticos. De su pasado, de su riqueza, de sus amigos, de su familia y lo peor, con una carga cuantiosa de injurias, calumnias, mentiras y distorsión de la verdad, de todos los lados.

El régimen político es el puente entre la sociedad y el Estado, este último que, si bien surge del seno social, se erige por encima de ella para regir los procesos del conglomerado humano hacia el mejoramiento de las condiciones de vida, en lo que se le ha dado a llamar los fines sociales del Estado. Por ello los procesos que se realizan dentro del régimen, a los que se le denomina el sistema político, deberían darse cumpliendo los más elevados cánones de la ética pública. Pero eso no está ocurriendo.

En esta campaña, más que en todas las ocurridas en el medio siglo anterior, se está presentando una muy clara separación de linderos entre la izquierda y la derecha, pero no sobre la base de la población objetivo de las propuestas como fuera la iniciación de los términos por allá en la Revolución Francesa, sino sustentada en las fuerzas de poder que representan los candidatos. Se le llama de derecha a todo lo que esté en concordancia con las fuerzas de la oligarquía tradicional que durante dos siglos ha manejado el Estado colombiano y que esté en contra del proceso de paz y se le llama de izquierda a los que están por fuera de las elites tradicionales y a favor del acuerdo con la insurgencia, independientemente del contenido de las políticas públicas que proponen y los beneficiarios de las mismas.

Es por lo tanto lamentable, que en un momento histórico en que el país está a punto de tocar fondo por la corrupción y la gente está exasperada por la situación socioeconómica, por lo tanto, propicio para dar el gran cambio hacia fines de mayor dignidad humana, cambio este que solo requiere modificar la forma como se está manejando el Estado, las actividades en este importante campo de la vida social hayan caído en tan bajo nivel ético de la campaña electoral

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