Esta semana pudimos
ver con claridad otro de los efectos sociales de los compromisos de Colombia
frente al capitalismo financiero internacional. Ya desde mucho antes a través
de artículos publicados en medios de Popayán, lo habíamos anotado. La
globalización financiera que ocurre desde hace más de veinte años y que ha
impuesto a los Estados nacionales obligaciones mediante acuerdos
internacionales, conduciría a desastres económicos en el aparato productivo, conjuntamente
con la impotencia de la antaño soberanía del Estado como conductor de la
economía.
Siempre nos hemos
preguntado: ¿de qué sirve un Estado si ni siquiera puede fijar el precio de la
divisa?. Una de las medidas derivadas del Consenso de Washington de 1989, donde
estuvo Rodolf Hommes en representación de Colombia, era la de arrebatar el
Banco de la República de las manos del Jefe de Estado para ponerlo de rodillas
al servicio del capitalismo financiero internacional, con el complemento de los
acuerdos internacionales para que el precio del dólar lo fijara el mercado y no
la autoridad económica nacional.
Hoy, no es que el
gobierno no pueda, sino que pesan más los compromisos internacionales y por
culpa de ello, tenemos el país a punto de reventar. Comenzaron los cafeteros,
quienes tienen autoridad moral para hacerlo gracias a los aportes que durante
siglo y medio han hecho a la economía colombiana; pues la acumulación
originaria que permitió el leve desarrollo industrial del país se gestó en su
seno. Luego seguirán los floricultores, después los azucareros, en seguida y en
fila, las demás ramas de la producción nacional que se afecta con las
dificultades de exportar y con la avalancha de compras que, nuestra cultura de
alta propensión marginal al consumo de importados, le entrega el mercado
nacional a las empresas extranjeras.
Si bien la única
causa de la crisis cafetera no es la revaluación, porque también tienen
limitaciones en la sinergia colectiva derivada del capital social y en la anacrónica
organización gremial que hoy está manejada con carácter burocrático y que
impide atender requerimientos de sanidad vegetal y logística para afrontar los
costos de los insumos, no podemos desconocer la importancia del tipo de cambio
que no solo se relaciona con el café sino con todo el aparato productivo
nacional.