miércoles, 27 de febrero de 2013

EFECTO DE LA CRISIS CAFETERA


Esta semana pudimos ver con claridad otro de los efectos sociales de los compromisos de Colombia frente al capitalismo financiero internacional. Ya desde mucho antes a través de artículos publicados en medios de Popayán, lo habíamos anotado. La globalización financiera que ocurre desde hace más de veinte años y que ha impuesto a los Estados nacionales obligaciones mediante acuerdos internacionales, conduciría a desastres económicos en el aparato productivo, conjuntamente con la impotencia de la antaño soberanía del Estado como conductor de la economía.

Siempre nos hemos preguntado: ¿de qué sirve un Estado si ni siquiera puede fijar el precio de la divisa?. Una de las medidas derivadas del Consenso de Washington de 1989, donde estuvo Rodolf Hommes en representación de Colombia, era la de arrebatar el Banco de la República de las manos del Jefe de Estado para ponerlo de rodillas al servicio del capitalismo financiero internacional, con el complemento de los acuerdos internacionales para que el precio del dólar lo fijara el mercado y no la autoridad económica nacional.

Hoy, no es que el gobierno no pueda, sino que pesan más los compromisos internacionales y por culpa de ello, tenemos el país a punto de reventar. Comenzaron los cafeteros, quienes tienen autoridad moral para hacerlo gracias a los aportes que durante siglo y medio han hecho a la economía colombiana; pues la acumulación originaria que permitió el leve desarrollo industrial del país se gestó en su seno. Luego seguirán los floricultores, después los azucareros, en seguida y en fila, las demás ramas de la producción nacional que se afecta con las dificultades de exportar y con la avalancha de compras que, nuestra cultura de alta propensión marginal al consumo de importados, le entrega el mercado nacional a las empresas extranjeras.

Si bien la única causa de la crisis cafetera no es la revaluación, porque también tienen limitaciones en la sinergia colectiva derivada del capital social y en la anacrónica organización gremial que hoy está manejada con carácter burocrático y que impide atender requerimientos de sanidad vegetal y logística para afrontar los costos de los insumos, no podemos desconocer la importancia del tipo de cambio que no solo se relaciona con el café sino con todo el aparato productivo nacional.

El gobierno está sobre la espada y la pared, tal como ocurre con el mar de San Andrés: o le obedece a las decisiones internacionales perjudicando la base económica interna, o favorece a los actores nacionales y se echa encima los organismos multilaterales. O favorece a los comerciantes que liderados por Fenalco apoyan las importaciones, o favorece a los productores que liderados por nadie tienen que recurrir a la protesta como la que estamos viendo como efecto de la crisis cafetera.

lunes, 25 de febrero de 2013

LA PROTESTA DE ARTURO CALLE


La protesta del empresario de los vestidos ha tenido mucho eco en la opinión, tal vez porque siendo un hombre que casi nunca sale en los medios, su nombre colocado en múltiples lugares del país, es bastante reconocido en el escenario público. En parte tiene razón el señor Calle porque la carga tributaria en un país lleno de desempleo y pobreza, agobia de manera generalizada a la comunidad nacional.

Pero por otro lado nos recuerda la historia colombiana, cuando a mediados del Siglo XIX, se presentó la lucha intestina de carácter político en sus apariencias, pero con un trasfondo económico que al decir de algunos historiadores, marcó el futuro del desarrollo económico nacional, que se sembró a finales de dicho siglo y se consolidó durante el Siglo XX.

Dicen los historiadores y entre ellos Tirado Mejía, que se enfrentaron por un lado los artesanos y por otro lado los comerciantes, ambos con algunos otros aliados. La pugna la ganaron los comerciantes y por lo tanto este sector de la economía instauró su influencia en el gobierno y las políticas que se implantaron fueron para su beneficio. Ahora algunos historiadores afirman que de haber triunfado los artesanos, el sector industrial hubiera avanzado en su desarrollo y que en consecuencia en el Siglo XX, Colombia hubiera sido país industrial; pero como triunfaron los comerciantes, el país le abrió las puertas a la industria europea, principalmente inglesa, y se castró la posibilidad de fortalecer los inicios industriales nacidos en Cundinamarca y Santander, principalmente.

Lo que les duele a los comerciantes porque el gobierno intenta proteger el aparato productivo amparando los sombreros artesanales y la producción del cuero, no es tanto porque la carga de impuestos está azotando a la sociedad en general. Lo que les mortifica es que con la limitación de las importaciones se bajan las posibilidades de ganancias a las empresas de comercio, donde se ubican también grande multinacionales. Ello hace que la decisión del gobierno tome postura frente a las alternativas de política económica, midiendo el papel del aparato productivo en la base económica y sus impactos en materia de generación de empleo sostenible y fortalecimiento de los mecanismos multiplicadores. Probablemente Fenalco ejerza presión en contra de las medidas proteccionistas y los neoliberales vociferen por el incumplimiento de acuerdos sometidos a la OMC, pero la historia muestra hechos que son contundentes sobre los efectos futuros de las medidas que en todo caso, deben defender el aparato productivo nacional aunque se siga manifestando la protesta de Arturo Calle.  

jueves, 14 de febrero de 2013

LA CAIDA DE LA INDUSTRIA


Cuando en 2011 apareció el PND Prosperidad Para Todos y en el papel se leyó que el modelo utilizado tenía tres pilares donde estaba la política económica, la política social y la política de paz y en la primera se relevaba la importancia del aparato productivo de la economía, nos entusiasmamos. Por fin, dijimos, después de ocho años de privilegiar el sector financiero y beneficiar a los especuladores del dinero, que ahora les llaman inversionistas, el gobierno ha entrado en razón y serán los sectores primarios y secundarios, o sea donde se crean el valor, los que tendrán el trato preferencial en las políticas macroeconómicas, es decir en las políticas fiscal, monetaria y cambiaria.

Pero ahora escuchando las palabras del ministro Juan Camilo Restrepo y viendo las cifras expuestas esta semana por el presidente de la Andi, nos llevamos la más ingrata sorpresa por los resultados obtenidos. Dijo Villegas que durante 2012, la industria apenas creció el 0,7 % respecto al año anterior, lo que constituye un irrisorio incremento, si se tienen en cuenta el papel de este sector para la solidez de la economía y en los fenómenos sociales donde el empleo de la mano de obra es fundamental.

Las razones son sencillas: si no existe armonía y coherencia entre la política de desarrollo y las políticas macroeconómicas, haciendo que estas concuerden con los propósitos globales del plan, no es posible que se logren los resultados esperados. La política monetaria, que está en manos del Banco de la República y este a su vez que vive arrodillado a los intereses del capitalismo financiero internacional, no es consecuente con los requerimientos del sector industrial; eso de la inflación objetivo a los únicos que beneficia es a los capitalistas rentistas. La política cambiaria que se escapa de las manos del Estado porque la rige el mercado, ha sido fatal para el aparato productivo por la revaluación de la moneda nacional que secularmente se viene presentando a pesar de la aplicación de las timoratas medidas disponibles. ¿Cuándo se había visto que el Estado no puede colocar el precio al dólar porque las fuerzas de poder internacional se lo impiden? Y todo con el agravante de la elevada propensión marginal al consumo de importados que impera en nuestra idiosincrasia y que impacta gravemente la balanza comercial del país. La política fiscal, que depende de que en el Congreso aprueben las propuestas, tiene seria limitación por presiones de los organismos multilaterales y la protección de los intereses del capitalismo rentista. Surgen entonces discrepancias entre ministros del mismo gobierno, lo cual no nos sorprende  porque la Nación siempre ha sido desarticulada; y el DNP quien debiera coordinar, desde hace medio siglo que se dedica a introducir en el país los paradigmas y modelos creados para defender los intereses de los ricos de Estado Unidos.  Saquen ustedes las conclusiones sobre nuestra realidad y el futuro próximo.