miércoles, 26 de agosto de 2015

LA COSECHA DE LA APERTURA ECONÓMICA

Todo comenzó un 22 de febrero de 1990, cuando en época del Presidente Barco, se expidió el Documento Conpes 2465 titulado “Programa de Modernización de la Economía Colombiana”, el cual obviamente, fue producto de la presión de los organismos multilaterales para corresponder a los intereses de los grupos de poder económico mundial, en este caso, los fondos y la banca de inversión. Se implantó el modelo de apertura económica, que sólo para comenzar, tendría un proceso de liberación de importaciones, pero que, como se ve en la realidad, parece que se quedó sólo en eso.

Transcurrido un cuarto de siglo, ha sido más que suficiente para acumular factores al interior de la economía que no permiten alcanzar las expectativas que se crearon con el modelo, cuando se nos dijo que, si se insertaba el país en la economía mundial, llegaría a Colombia el desarrollo y la prosperidad que acabaría con la pobreza y las causas objetivas de la violencia. Puro cuento.

Hoy, a raíz del precio del dólar que ya sobrepasa los 3 mil pesos, podemos sacar conclusiones sobre la bondad del modelo de crecimiento hacia afuera, utilizado como argumento conceptual para la imposición de las conveniencias del Capitalismo Rentista que, recién en esa época, se estaba introduciendo. En el largo plazo se fueron realizando los cambios estructurales en el aparato productivo del país, incrustándose los factores de dependencia del exterior y perdiendo autonomía, hasta el punto que, y al contrario de lo que ha sido la historia económica del mundo, la devaluación de la moneda nacional ha traído más perjuicios que beneficios.

Se espera, por lo menos en teoría, que el incremento del precio de la divisa propicie aumento de las exportaciones por mejoramiento de la competitividad, que aunque no es real sino artificial ocasionada por la situación cambiaria, de todos modos trae aumento de las ventas para la producción nacional y con ello aumento del empleo y fortaleza del aparato productivo. Pero no; eso no está ocurriendo en Colombia.

Con el tiempo se fue consolidando un  aparato productivo altamente dependiente de las importaciones, por el desecamiento de los sectores primarios, principalmente el agropecuario, y la incapacidad del país de generar su propia tecnología, aunque sea la elemental para las ramas tradicionales. Hasta la producción de pan está condicionada a las importaciones de trigo, levadura, hornos, batidoras, molinos, etc.

Ahora, el alto precio del dólar eleva el costo de vida por efecto de los productos importados y simultáneamente las exportaciones no crecen, porque se han empotrado fallas estructurales agravadas por la pérdida de soberanía del Estado en materia económica, impuesta por las fórmulas neoliberales, que no le dejan fijar el precio del dólar ni emitir dinero, por lo que el organismo se convierte en un simple espectador de la cosecha de la apertura económica. 

martes, 18 de agosto de 2015

EVOLUCIÓN DE LA DEMOCRACIA

Cuando se estableció la elección popular de los gobernantes territoriales hace ya como un cuarto de siglo, se nos vendió la idea anunciando que con ello se profundizaría la democracia; pero pasado todo este tiempo, los resultados no muestran el efecto anunciado sino que el cambio ha contribuido, más al fortalecimiento de las élites locales de poder y los procedimientos mafiosos, que al verdadero sentido ofrecido.

Según los diferentes diccionarios y fuentes de consulta, el significado de “mafia” es diverso: uno, como lugar de refugio; otro proveniente del árabe, que significa jactancia; pero el más diciente, el que se refiere a una organización que emplea métodos poco claros en sus negocios, lo cual significa que existen mafias legales e ilegales.

Lo que se observa en la realidad política colombiana, es que en la mayoría de municipios del país existen grupos de poder que aplican procedimientos amañados y, con prácticas oscuras, intervienen el libre juego de los actores sociales para propiciar resultados políticos de acuerdo a sus conveniencias. La prensa nos ha ilustrado suficiente sobre la acción de los paramilitares en el norte del país y también del papel de lo que llaman los “carteles de la contratación” y lo más común, lo que se le conoce como las “alianzas programáticas”  entre las microempresas electorales.  

Durante este período se han expedido varias leyes introduciendo normas para el funcionamiento del régimen político, que la opinión pública espera sean convenientes para el interés general y el bien común; pero su aplicación ha terminado, más en la utilidad de las mismas élites, que en el saneamiento del régimen político, cuyo nombre le queda grande; pues una cosa es la etimología de la palabra “democracia” y el sentido con que los griegos la institucionalizaron y otra, muy diferente, son las características del régimen político que impera en el país, donde hoy, la norma más aberrante, es la de los avales, que se ha convertido en factor de negocio y de tráfico de dinero e influencias para fortalecer aún más a quienes detentan el poder.


Claro que la verdadera razón del cambio introducido a finales de los ochenta con la elección de alcaldes que luego a comienzos de los noventa fue complementada con la de gobernadores, no era propiamente la de fortalecer la democracia, sino la de disminuir el tamaño del Estado en el nivel nacional pero sobre todo de bajar la carga fiscal al presupuesto nacional, como ha sido el propósito de todas las modificaciones introducidas desde que se impuso en el mundo el capitalismo rentista con el dominio de los fondos y la banca de inversión; pero no podemos desconocer que en la parte política la comunidad tiene aspiraciones que permitan no solamente tener mayor participación en los escenarios donde actúa, sino, principalmente, en la designación de los rectores de los procesos económicos y sociales que marcan la ruta de la construcción del futuro; pero hoy esta posibilidad se ha visto frustrada debido a la perversa evolución de la democracia.  

miércoles, 12 de agosto de 2015

VIVIR LO NUESTRO

Las élites de poder en Colombia, tradicionalmente se han caracterizado por ser sumisas frente a los dictámenes de los poderosos del mundo y entreguistas de los intereses nacionales a favor de las conveniencias de los grupos extranjeros. Esto ha sido un factor de lamentaciones de quienes han tomado posturas nacionalistas, pero siempre se ha impuesto la continuidad de la tendencia en contra de los requerimientos del país. Adicionalmente, los grupos de izquierda, dentro del marco conceptual del Materialismo Histórico, han inscrito la contradicción interna en la confrontación entre poseedores de medios de producción y quienes no los tienen. Habían dicho que, para los de abajo, todos los capitalistas son iguales independientemente de su lugar de origen.

Pero actualmente, después del cambio del tipo de capitalismo que se introdujo en los años ochenta del siglo pasado bajo el abrigo de la globalización mundial, las condiciones de la economía y sus efectos en la realidad sociopolítica, obligan a mirar los temas de manera diferente. La concentración de la riqueza del mundo en los sectores terciarios y el desecamiento del aparato productivo que avanza secularmente, obligan a tomar posiciones distinguiendo los bandos, ya no de pobres y ricos, sino de intereses nacionales e intereses extranjeros. Ahora hay que distinguir un rico colombiano de un rico extranjero y por supuesto, aceptar y tolerar la necesidad de que haya ricos colombianos, porque en el capitalismo, el desarrollo económico sólo es posible si un gran número de empresarios elevan su acumulación de capital.

En años anteriores se cuestionó y se atacó la actividad de la caña de azúcar en el valle geográfico del río Cauca. Se criticó el monocultivo por sus efectos ambientales en el suelo, debido al uso intensivo de agua, y en el aire por la pavesa; también se cuestionó por la limitación de tierra para otros cultivos y con otros argumentos más. Por supuesto, sin desconocer el papel de esta industria en la modernización de la economía regional durante buena parte del siglo XX, a los azucareros se les miraba con malestar.

Pero hoy, hay que reconocer, en primer lugar, que son colombianos y que los intereses de sus empresas contribuyen a la riqueza nacional. En segundo lugar, que hacen parte del aparato productivo que, ante la realidad de la economía no solo colombiana sino mundial, hay que proteger para bien de la humanidad porque el Capitalismo Rentista que concentra el poder en los fondos y la banca de inversión, está destruyendo las bases de la economía de los sectores productivos. En tercer lugar, que la actividad azucarera es una fuente importante de divisas; más hoy, cuya escasez ha propiciado la elevación del precio del dólar. En cuarto lugar, que se genera muchos empleos directos e indirectos; y en quinto lugar, que hace parte de la identidad cultural y del patrimonio sentimental del territorio. Por eso, ante los embates de las fuerzas de poder internacional, que atacan con argumentos típicos neoliberales, hay que consolidar la defensa de los azucareros sobre la base de que, independientemente de quiénes son sus propietarios, es necesario aprovechar y fortalecer el patrimonio nacional para poder vivir lo nuestro.  

martes, 4 de agosto de 2015

LA TORCIDA DEL CONTROL POLÍTICO

En el análisis sociológico, los concejos son el puente entre la sociedad y el Estado. Pero en la realidad, solo tienen asiento en el estribo del Estado porque en el otro lado están sueltos, a pesar de que individualmente, los concejales mantienen el contacto con sus clientelas. Hacia el lado del Estado el rol se concentra en dos funciones básicas: aprobar acuerdos y realizar el control político.

El control político es un tema muy mentado, del que la ley ha reglamentado el procedimiento pero no ha clarificado el concepto, de modo que su aplicación es de libre albedrio, presentándose casos, inclusive, de ser utilizado en torcidos, como cuando los concejales van donde un secretario de despacho a pedir contratos o puestos y ante la negativa de este, le hacen un debate por venganza el cual llaman de “control político”, el cual obviamente, lo realizan sujeto al procedimiento señalado por la ley.

El DNP en su documento guía para elaborar el programa de gobierno que los candidatos a gobernantes territoriales deben inscribir en la Registraduría, dice que “desde lo político, el programa de gobierno es un instrumento que, por ser de obligatorio cumplimiento a través del plan de desarrollo, constituye el punto de partida para el ejercicio del control político y del control social…”, mostrando con esto dos aspectos relevantes: por una parte la importancia del programa de gobierno que se usa en la campaña, la cual no es valorada por el electorado, y por la otra, el significado en materia conceptual que la ley deja en el vacío.

Los llamados planes de desarrollo que deben hacer los gobernantes territoriales al iniciar su mandato, contienen políticas porque así los manda la ley y los cánones de la planificación. Estos planes son aprobados por las corporaciones administrativas y por ende las políticas que ahí se incluyen. Lo cual significa que, aunque sean propuestas por el gobierno, la responsabilidad de su adopción recae en la corporación. Siendo así, entonces el control político consiste en que la corporación administrativa verifica o constata que el gobernante está aplicando las políticas que el mismo órgano aprobó. Es decir, que la corporación le entrega al gobierno un mandato que éste debe cumplir en su estilo de gobierno, por lo cual ella misma se encarga de vigilar su aplicación.

No es por lo tanto un mecanismo para fastidiar a los secretarios de despacho ni puede realizarse para satisfacer caprichos de diputados o concejales, sino para hacer seguimiento a las propias decisiones de la asamblea o concejo en materia de planificación, en lo que se refiere a la definición de las políticas por dimensión del desarrollo o por sector institucional, según sea el caso, evitando así que en los procesos de la gestión pública se presente la torcida del control político. 

LA SAL DE CELINA

Hoy han pasado seis meses desde el fallecimiento de Celina González, una de las más grandes exponentes de la música cubana, quien junto a Reutilio, primero su esposo y luego su hijo, hizo gozar a miles de latinoamericanos durante buena parte del siglo pasado. El 4 de febrero de 2015 partió hacia la eternidad.

Recuerdo muy bien en diciembre de 1987, durante la realización de la Feria de Cali, el empresario James Durán había contratado cuatro grupos musicales para amenizar la rumba de feria: el colombiano Lisandro Meza, el de Puerto Rico Costa Brava  y los cubanos Conjunto Caney, que a propósito sonaba igual a la Sonora Matancera,  y Celina y Reutilio. Para maximizar la contratación, Durán había tomado durante el periodo ferial las instalaciones de la discoteca “Los Años Locos” en Imbanaco, de modo que los grupos alternaban sus presentaciones entre la discoteca “Los Compadres”, de su propiedad, y la transitoria en el sur de Cali.

Yo había tomado en alquiler para el período las instalaciones del restaurante de “Los años Locos” con miras a ganarme algunos pesos en época ferial, donde pretendíamos atender a los borrachitos con plantos de comida criolla. Cuán grande fue mi agradable sorpresa al ver el primer día de presentaciones, entrar al establecimiento y acercarse a mí, a Celina directamente, quien me solicitó que si le podía obsequiar un poco de sal y una tapa de limón. Con mucho gusto, maestra, le dije y procedí a servir en un platillo de los que se usan para asentar el pocillo con tinto, un poco de sal; partí un limón en dos tapas, las coloqué en otro platillo y se las ofrecí en el mostrador.

Celina me agradeció de manera muy amable, tomó una tapa de limón, la impregnó con sal y procedió a chupar con fuerza reteniendo en la garganta la mezcla. Luego repitió con la segunda tapa de limón y al finalizar me dijo: “oye muchacho: llevo diecisiete años haciendo esto mismo antes de subir a la tarima. Es muy bueno para aclarar la voz”. Yo solo atine a contestarle: “ahh, que bueno”. En seguida salió, subió al escenario y comenzó a cantar.

Fueron cinco días seguidos. A partir del segundo y cuando se anunciaba la presentación de Celina, ya yo sabía que ella llegaría por su limón con sal y le tenía listos los platillos.


Sin duda, esta anécdota es una de las que recuerdo de mi vida y también una de las que más satisfacción me produce al saber que yo, unos días, le había colmado a la gran cantante su requerimiento para mejor cantar y desde entonces, siempre que escucho alguna canción de ella no dejo de recordar el episodio de la sal de Celina.