La geopolítica
mundial cada día se complejiza más, como se puede ver con los últimos
acontecimientos: las dudas sobre la autenticidad del episodio en París que se
le atribuye a los yihadistas, el cambio de moneda en Irán retirándose del dólar
y ahora el resultado de las elecciones parlamentarias en Grecia, país que desde
hace cinco años viene atrayendo los ojos del mundo económico. Allá en Grecia, a
diferencia de Colombia, la crisis socioeconómica no se desvía como acá hacia la
descomposición social, sino que en ese país el descontento se ha canalizado
hacia un proyecto político que se constituye en alternativa de cambio para
mejorar la situación, como debe ser en el campo sociológico. La coalición
Syriza liderada por Alexis Tsipras triunfó en las últimas elecciones.
Las consabidas
medidas que impone en FMI, y allá también el Banco Central Europeo, cuando un
país tiene dificultad para pagar el servicio de la deuda, son las mismas:
aumento de los impuestos y disminución del gasto público con lo cual es Estado
deja de cumplir los fines esenciales y las condiciones de vida se agravan.
Cuando Grecia puso en jaque a los especuladores internacionales del dinero,
principalmente a los rentistas alemanes, estas medidas fueron impuestas y el
pueblo griego comenzó a sufrir las consecuencias.
La primera
conclusión del caso griego, que se sacó hace como un lustro, fue la de que la
hipótesis de los años ochenta cuando el capitalismo rentista por evitar caer en
la situación de 1928, cogió al Estado de marrano para su lucrativo negocio,
sobre la creencia de que el Estado nunca quiebra, resultó falsa. Pues el
supuesto de que basta con ponerlo a cobrar impuestos y con ellos pagar
cumplidamente la deuda, en el caso griego no resultó. El Estado se ahoga si el
aparato productivo no genera la suficiente base tributaria.
La segunda
conclusión es de ahora, que muestra caminos hacia el futuro y que acentúa más
la duda sobre la sostenibilidad del modelo de globalización financiera. El
esquema mata la gallina de los huevos de oro y en lugar de lograr la sumisión
de los pueblos para que con mayor empobrecimiento los capitalistas agrupados en
fondos y la banca de inversión se llenen más los bolsillos, lo que vemos es la
oportunidad de fortalecer procesos políticos que luchen por la dignidad humana
y se aparten de las imposiciones del capitalismo financiero internacional.
Deben estar
temblando los dueños del mundo por lo que puede venir; pero para los países
víctimas del modelo de globalización financiera impuesto por el capitalismo
rentista hace más de un cuarto de siglo, se abre una posibilidad de enfrentar
la situación que en términos de acción gubernamental todavía no se conoce, por
lo que se pone muy interesante la observación y el análisis de lo que se pueda
hacer teniendo en cuenta el ejemplo de Grecia.